Por lo general cada vez que encaro un proyecto de decoración y diseño trato de ser lo más cuidadosa posible con el presupuesto. Cuando compramos la casa (hace poco) la premisa era de hacer las grandes obras de remodelación (pisos a nuevos, terraza y cerramientos) y luego, con mucho tiempo y paciencia, el resto.
Justamente paciencia no es una palabra que esté dentro de mi vocabulario cotidiano, comencé la tarea de pedir a mi familia y amigos los restos de pintura que le quedaran. Así es como nació la serie de los "marmolados" o como dirían algunos los "empapelados". Las paredes estaban destruídas, pintadas con pintura para techos (un horror), así que antes de lijar tooooodo, me decidí por una capa de látex, para luego aplicarle (mediante bolsas de basura) el color blanco, de pintura de cielorraso, creando una textura preciosa a lo largo de todo el diseño.
La pintura naranja, sobró de la pieza de mi hija y la roja, de mi dormitorio. El verde, del living de mi mamá, fue de la pintura que compró de más.